Desde Washington (Estados Unidos) - El presidente de Estados Unidos, Joe Biden anunciará hoy un nuevo arancel del 100% para la importación de autos eléctricos chinos. Fue un pedido de proteccionismo encabezado por Elon Musk (Tesla), que elimina toda posibilidad de que los eléctricos fabricados en China se puedan vender en ese país. 

Los nuevos aranceles también afectarán a las baterías chinas de iones de litio para vehículos eléctricos. A partir de este año, todas las baterías de iones de litio para vehículos eléctricos procedentes de ese país estarán sujetas a un arancel de importación del 25%. El grafito, los imanes permanentes, las piezas de baterías y "otros minerales críticos" también estarán sujetos a aranceles del 25%.

Otras partes del impuestazo contra la industria china se refieren a células solares, grúas, productos médicos, acero, aluminio y semiconductores. Ahora resta por saber cómo se sentirá el impacto inmediato en los precios de algunos autos fabricados en China, que ya se venden en Estados Unidos, como los Polestar 2 y Volvo EX30 (leer más). 

Esta nueva barrera arancelaria se suma a otras que ya había impuesto Estados Unidos sobre los autos chinos. Todos los autos importados de ese país ya estaban sujetos a un arancel del 25% aplicado bajo la presidencia de Donald Trump. Aunque Biden había retirado algunos aranceles de la era Trump, esta medida cuadruplica la barrera de importación para los vehículos eléctricos. Esto es clave, ya que se considera que China tiene el mercado de vehículos eléctricos más avanzado del mundo. Sin embargo, el gobierno de Biden, la Unión Europea y muchos expertos señalan que la industria china de vehículos eléctricos se construyó en parte mediante "generosos incentivos del gobierno comunista", y teorizan que si no se controla, esa industria podría inundar los mercados con productos "artificialmente baratos, que eliminen empleos y fabricantes de automóviles locales".

Se sabe que la respuesta de China a la barrera del 100% de Estados Unidos será un reclamo internacional. La Organización Mundial de Comercio (OMC) establece un límite de 35% para los aranceles aduaneros, dentro de un pacto mundial que firmaron hace tiempo todos los países, incluyendo a EEUU. El tope de 35% es aplicado por países como Argentina y Brasil, que desde hace más de 30 años utilizan el límite máximo para bloquear la importación de vehículos fabricados por fuera del Mercosur.

La otra posibilidad es que muchas automotrices chinas se decidan a establecer sus fábricas en Estados Unidos para competir con las mismas reglas impositivas de sus rivales occidentales. Es la misma estrategia que adoptaron los fabricantes japoneses hace décadas, cuando Estados Unidos también intentó bloquear su llegada al mercado local.

Los fabricantes chinos de vehículos eléctricos recibieron 57.000 millones de dólares en subvenciones entre 2016 y 2022, según un informe de la consultora Alixpartners. La mayoría de los grandes países fabricantes de automóviles también impulsaron el desarrollo de vehículos eléctricos con subvenciones públicas, pero los programas de China fueron mucho más generosos que los de otros países. 

A modo de comparación, Estados Unidos destinará 43.000 millones de dólares en los próximos 10 años a abaratar la compra de vehículos eléctricos, electrodomésticos de bajo consumo, paneles solares, calefacción geotérmica y baterías domésticas. Así, mientras Estados Unidos repartirá 43.000 millones entre cinco sectores y 10 años, China gastó 14.000 millones más sólo en vehículos eléctricos en un periodo de seis años.

Las subvenciones por sí solas no cuentan toda la historia. En los últimos años, los fabricantes de automóviles chinos se han centrado en las baterías y el software, mientras que los occidentales han demostrado en repetidas ocasiones que son grandes y viejos buques difíciles de maniobrar, especialmente cuando se enfrentan a unos pocos trimestres de crecimiento desigual de los vehículos eléctricos.

A los funcionarios de Biden les preocupa que China haya creado una industria con tanto exceso de capacidad que amenace a los fabricantes de automóviles de todo el mundo. Mientras tanto, los fabricantes de automóviles chinos están ansiosos por expandirse a nivel mundial, dándose cuenta correctamente de que, por más grande que sea su mercado nacional, la demanda tiene sus límites.

Los funcionarios de Estados Unidos afirman que la capacidad de producción de vehículos eléctricos en China está superando la demanda, incluso en el mejor de los casos, creando precios artificialmente bajos que ahogarán a los competidores. Esto ya está ocurriendo en el mercado chino, donde las marcas de vehículos eléctricos luchan por sobrevivir. Está claro que Biden quiere proteger a los fabricantes estadounidenses y a sus trabajadores de un destino similar.  

Pero esa no es la única razón de esta medida. Aunque los funcionarios de la Casa Blanca califican el anuncio sobre todo como una victoria para los trabajadores estadounidenses -bien oportuna para la temporada electoral, por supuesto-, está fuertemente condicionada por lo que algunos llaman una "Nueva Guerra Fría". Dado que Pekín y Washington se enfrentan repetidamente en una amplia gama de asuntos, la Administración Biden ha seguido una estrategia de "des-riesgo" o "des-acoplamiento", con la que pretende reducir la dependencia estadounidense de China y reforzar la resistencia en caso de un conflicto más grave entre ambas potencias.

No es de extrañar, entonces, que Washington no quiera que la red de transporte estadounidense dependa de los baratos vehículos eléctricos chinos. Los otros objetivos del paquete -incluidos los semiconductores, los productos médicos, el acero y el aluminio- son cosas para las que Biden no quiere depender estratégicamente de China. 

Sin embargo, está por ver si los aranceles a los vehículos eléctricos beneficiarán a los consumidores. Aunque es innegable que China haya subvencionado su industria de vehículos eléctricos, ahora produce vehículos de alta tecnología en todos los niveles de precios. Lo más interesante de todo: los consumidores parecen estar encantados con ellos. Mientras tanto, en Estados Unidos, la accesibilidad sigue siendo uno de los mayores obstáculos para la adopción de los vehículos eléctricos. Otra es la falta de inversión pública en puestos de recarga.  

Lo ideal sería que los fabricantes de automóviles estadounidenses aprovecharan el muro arancelario para desarrollar sus propias capacidades y, con el tiempo, lanzaran autos tan baratos y buenos que ya no tuvieran que temer a las importaciones chinas.

El temor es que los fabricantes de de Estados Unidos lo utilicen como una justificación para seguir ralentizando la transición hacia los vehículos eléctricos. Esto podría tener efectos secundarios negativos la viabilidad internacional a largo plazo de los fabricantes de automóviles estadounidenses y europeos.

elon musk

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