La gimnasia para estos encuentros es la habitual, llegamos un poco antes, tomamos las fotos y después tomamos un cafecito con los que van llegando temprano. Son habitués de estos encuentros donde se habla de lo que pasó hace más de cincuenta años. El público es algo mayor en edad, pero muy joven en cuanto al espíritu. Es gente que lejos de estar en su casa mirando canales de noticias, se pone su mejor gala y se viene al evento de clásicos. Si es con coches argentinos mejor. Y si además van a estar los tipos que hicieron esos autos, mucho mejor. Para completar lo perfecta que fue esta velada, entre líneas nos enteramos de algo que se viene. No nos dijeron mucho, pero será un anuncio importante. Vamos a inferir por ahora.
Estos grandes constructores y diseñadores del automovilismo argentino fueron curiosos y creativos desde niños; lo contaron en el evento del auditorio de Renault Argentina. Fueron exitosos y competitivos cuando las automotrices confiaron en ellos para que desarrollen conceptos y soluciones para la competición deportiva de sus equipos oficiales. Y más acá en el tiempo, o durante sus experiencias en las carreras; desarrollaron ingeniería y diseño para aplicar en los vehículos de producción. Lo que te llega a vos como usuario.
Esa época terminó, o por lo menos hoy tiene otro formato. En una terminal automotriz, en una multinacional, en una producción sobre plataformas diseñadas para todo el mundo, ya no hay espacio ni expectativa por ver a un talento argentino que elabore una solución local para alguna clase de cometido o necesidad. Eso dejó de tener peso hace por lo menos cuatro décadas. Por eso los departamentos de ingeniería, diseño y desarrollo fueron cerrados, o adaptados para que los productos locales tengan solo una leve intervención.
Entonces ¿A dónde fue a parar todo ese ingenio y talento nacional nacido y criado en talleres mecánicos, en escuelas técnicas o en universidades?…. Se dispersó, fue humillado, se deprimió, intentó emprendimientos individuales; y solicitó, sin éxito, ayuda financiera.
Fracasos, desánimo, continuar haciendo otra cosa como para no cerrar. Pero la fuerza de ese talento solo pudo seguir mostrando sus garras en las categorías de automovilismo local. Las cuales también fueron adaptándose a los tiempos actuales. Un autódromo de cualquier localidad de Argentina a principios de la década del 70 con los sport prototipos o los fórmulas, eran una declaración de principios y un espejo del país que había por entonces.
Pero no todo está perdido. Tulio Crespi comienza a hablar y enseguida muestra lo aguerrido que es y cómo se entusiasma hablando de sus coches, de sus proyectos, de sus historias y de lo que viene. En el encuentro por el lanzamiento del libro de Gustavo Feder, Motor 1 le preguntó a estos maestros qué opinión tenían sobre la propulsión eléctrica: Tulio Crespi tomó el micrófono, y faltó poco para que suelte una primicia (o lo hizo a medias). Una automotriz internacional (acostumbrada a los proyectos con resultados a largo plazo, agregamos) tiene un proyecto con su empresa, y todo parece indicar que está asociado a la movilidad eléctrica. No nos pudo contar mucho, pues miraba nerviosamente a su hijo sentado en la platea. No era posible sacarle más datos, aunque se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por evitar que se filtre algo. La gente presente deliraba.
Crespi siempre hizo monopostos y autos deportivos; también vehículos a propulsión hidráulica con motor a combustión interna para actividades rurales. Su fina intuición y la observación provienen de observar los sistemas constructivos de los aviones, los transportes pesados, y los autos de carrera; lo que lo convirtió en un creador de soluciones para ir más rápido, manejando como un maestro la relación peso-potencia. Pues parece que por ese concepto viene lo que está proyectando; pero no parece que tenga que ver con lo deportivo. No es la única especialidad de Don Tulio.
¿Qué será? No pasará mucho tiempo para que lo sepamos.