La industria automotriz sigue varias reglas que no son explícitas pero que son ampliamente conocidas por todos los jugadores. Cada fabricante trata de cumplir con lo que el mercado entiende que son estándares en muchos temas: seguridad, diseño, tecnología, rendimiento y calidad. Todos intentan innovar y hacer ruido con su propia interpretación, pero al final todos actúan dentro de ciertos límites.
Uno de ellos es el ciclo de vida de cada vehículo. Significa el tiempo que transcurre entre la presentación de un nuevo modelo y el momento en que la empresa deja de comercializarlo. Este ciclo incluye la revelación, la presentación, la introducción, el crecimiento, la madurez, el lavado de cara, el declive y la reinvención/reducción gradual. Sucede con los autos y muchos otros productos en el mercado.
En el caso de los vehículos, el ciclo de vida suele estar determinado por el mercado. En los países de bajos ingresos las generaciones de automóviles duran más, con ciclos de superan los 10 años. Es costoso desarrollar y lanzar una nueva generación, y tanto automotrices como consumidores, generalmente, no pueden permitirse estas grandes inversiones. En los mercados maduros o economías desarrolladas, la tecnología, la escala y la eficiencia de las plantas permiten que los fabricantes presenten nuevos autos con mayor frecuencia.
En Europa, América del Norte, Corea del Sur, Japón y, más recientemente, China, estamos viendo nuevas generaciones de autos cada seis o siete años como promedio. El lavado de cara se produce después de tres años del lanzamiento.
El Model S, una extraña excepción
A pesar de la regla no explícita respecto del ciclo de vida del producto, existen excepciones. Una de ellas es el Tesla Model S. Este sedán debutó el 22 de junio de 2012, luego de que los primeros diez clientes recibieran sus autos en la fábrica de Fremont. Fue el primer auto de producción masiva de Tesla y comenzó una nueva era para la empresa.
Desde entonces, el Model S ha recibido varias actualizaciones, lavados de cara y mejoras que incluyen no solo su diseño exterior, sino también su rendimiento e interior. El Model S de hoy es un auto mejor que el que presentaron hace 10 años. Sin embargo, sigue siendo el mismo auto en términos de plataforma, estructura y diseño exterior general. Una nueva generación suele implicar cambios en esos elementos.
Durante estos 10 años ha habido al menos dos generaciones de Mercedes Clase E y CLS, Audi A6 y BMW Serie 5. Aunque se han introducido versiones nuevas y más potentes del Model S, en base a su historial de ventas, está perdiendo mucho terreno.
La pregunta es ¿Por qué Tesla tarda tanto en presentar una nueva generación del Model S? Parte de la caída de las ventas se explica por los desafíos de producción que ha tenido Tesla en su planta de Fremont. La producción se detuvo durante algunos meses, por lo que no había unidades disponibles para comprar. Sin embargo, el Model S está envejeciendo y tiene más competencia que nunca.
El año pasado, por ejemplo, Porsche Taycan casi duplicó las ventas globales del Model S. El eléctrico BYD Han, competidor directo para el mercado chino, vendió 79.000 unidades, o casi 4 veces más.
Muchos argumentarán que es obvio ver caer las ventas cuando no hay producción. Aún así, no explica por qué la marca está tardando tanto en presentar una nueva generación cuando sus pares se están moviendo más rápido. ¿Será un enfoque diferente?