La invasión y guerra en Ucrania podría tener grandes implicaciones a nivel mundial, no solo en el balance geopolítico y económico de las naciones, sino también en la industria automotriz. Hace poco me preguntaba si esto beneficiaría o complicaría la venta de autos eléctricos, en el primer caso por la suba del petróleo, en el segundo por el incremento de costos. Ahora tenemos una primera respuesta.

Los autos eléctricos necesitan gran cantidad de minerales específicos, especialmente para la producción de su componente más oneroso, la batería. En el informe anterior repasamos el incremento en costos de litio y cobalto, pero aclaramos que la alarma estaba en el níquel. El problema con el tercer componente es que su principal productor es Rusia.

Según un informe de S&P Global Mobility los costos de los vehículos eléctricos podrían ascender en torno de 8.000 dólares y las automotrices no podrían absorber casi nada de ese incremento pasando en su mayoría al precio de venta. En términos prácticos, por ejemplo, el níquel triplicó su precio en un solo día alcanzando los 100.000 dólares por tonelada. Actualmente su precio es de 32.000 dólares por los mil kilos, mucho más aceptable, pero igualmente alto ya que se esperaba que es fuera su valor recién a fines de 2023.

Si bien los aumentos de costos podrían bajar el ritmo de crecimiento de los autos eléctricos, aún queda un factor que podría frenarlo casi a cero. Si Rusia decidiera confiscar los activos de las automotrices sería como cortar la corriente a grupos tan grandes como Renault-Nissan, VW, Mercedes y todo Stellantis. Ya hay modelos cuya producción fue suspendida y aún si la guerra terminara mañana se tardaría bastante en retomar ritmo y costos más comerciables.

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