Hay regiones del planeta donde el motor de combustión va siendo acorralado y vapuleado con vías de KO (noqueo); pero nuestro querido servidor se niega a tirar la toalla y podría dar pelea, no solo para aguantar unos cuántos rounds más, sino para mantenerse en la pelea. La clave estará en los bio combustibles, aunque aún quedan varias dudas que analizamos a continuación.
Lo primero que hay que distinguir es a los combustibles generados con recursos renovables (a diferencia del petróleo cuyas reservas se van agotando) y los que no generan contaminación al quemarse. Esas distinciones también hay que hacerlas con los vehículos a baterías o con celdas de hidrógeno, todo depende de cómo fue generada esa electricidad o gas, si es derivan de combustibles fósiles entonces hasta pueden contaminar más que consumir nafta corriente.
Volviendo a los motores que queman algo para andar, ese algo puede producirse y derivarse de distintas fuentes renovables, desde caña de azúcar, como el etanol que usan en Brasil, hasta basura. También está el proyecto que Porsche está llevando a cabo en Chile que consta de generar eFuel, un metanol a partir de hidrógeno, que a su vez es creado usando energía eólica. Porsche también está probado biocombustible derivado de los residuos del procesado de alimentos.
Hay grupos como VW que están trabajando en biogases obtenidos de pantas y desechos orgánicos, y nuevamente está el etanol que puede obtenerse de distintas plantas. Acá hay que recordar que quemar estos productos genera efectivamente contaminación, pero menor que la emitida por naftas derivadas del petróleo (tanto en gases como partículas). Por otro lado, las propias plantaciones para crear estos carburantes absorben gran parte del CO2 que emiten los escapes. El saldo no es neutro, pero compensa más que sacando jugo de la tierra.
Finalmente están los motores que queman hidrógeno. La idea que hoy Toyota anuncia con bombos y platillos no es nueva, ya la probó BMW hace varios años (en un V12 inclusive) y seguramente se remonta más tiempo atrás del que tenga memoria. Gracias a la electrónica, inyectores modernos y sensores, se puede lograr una combustión realmente limpia, inclusive sin riesgo de generar NOx, gas tóxico que tanto problema causa en los motores gasoleros (recordá el tanque de Urea en la Commander).
Hablando de gasoleros, parecen condenados, al menos en los vehículos de pasajeros y utilitarios ligeros y esto se debe a que cada vez se necesita más tecnología para contener sus emisiones contaminantes, algo que cada vez los hace más onerosos para el público en general.
Hasta acá las noticias son buenas, inclusive marcas como BMW dicen que no van a abandonar los motores de combustión y siguen con su desarrollo. Ahora llegan las piedras en el camino. El hidrógeno para “quemar” en cilindros hay que producirlo, para eso hacen falta grandes “usinas” solares, hidráulicas o eólicas… y ya que hiciste electricidad, ¿no sería más lógico almacenarla en las baterías del auto que transformarla en hidrógeno, gas difícil de transportar y de almacenar en un vehículo?
Otro contratiempo tiene que ver con las cantidades de bio combustibles que se pueden producir. El proyecto de Porsche se limitará, por ahora, solo a modelos de competición y si bien podría generar 130.000 litros de eFuel al año, habría que ver cuántos tanques se podrían llenar con esta “bionafta” en la vida cotidiana.
Finalmente quedan dos problemas asociados a los combustibles derivados de plantaciones. Recientemente se generó una discusión en EUA porque un estudio reveló que el desmonte de campos para plantaciones maíz destinadas a hacer etanol tenía mayor impacto ecológico que consumir nafta derivada de petróleo. Y en un mundo donde no sobra la comida, habría que decidir cuánto plantar para alimento de personas y cuánto para alimento de motores.
Si tuviera que hacer una reflexión final diría que ni el más eficiente de los autos eléctricos con corriente hecha de manera renovable puede terminar con el tema de la contaminación. El problema, como en toda la industria moderna, está en la producción desmesurada. Se hacen millones de autos al año y eso consume recursos materiales y energéticos. El litio de las baterías suma más minería (por menos invasiva que sea, a gran escala no puede ser buena). Deshacer el auto también genera contaminación.
Se van dando pasos para que cada vez se utilicen mas materiales renovados y renovables, se van generando fuentes de alimentación con bajo impacto, tanto en su creación como en su consumo, pero la cantidad es tan abrumadora que no se puede llegar a un balance neutro. ¿Se puede salvar el motor de combustión? La respuesta es sí, pero no a todos.
J.M.