Texto de Leonardo Valente
Desde Miguel Riglos (La Pampa) - Miguel Riglos es una pequeña localidad de La Pampa, a unos 80 kilómetros de Santa Rosa, donde viven poco más de dos mil personas. Un pueblo muy agradable, con dos particularidades de mi mayor interés: desde hace unos días tiene uno de los primeros puntos de venta del nuevo citycar eléctrico de fabricación nacional, el Coradir Tito, y por otro lado es paso obligado en mis habituales desplazamientos familiares entre Bahía Blanca y Catriló (que es como Cariló, pero con más “T”, ¿vio?), una localidad vecina en la misma provincia.

Por lo tanto, cuando conocí la noticia, pasó a ser prioridad la posibilidad de tener este primer contacto con un vehículo que hasta ahora había visto sólo en fotos. Y gracias a la gentileza del concesionario Clauger Confort, pudimos dar el paseo de rigor, lograr imágenes sin restricciones y fundamentalmente compartir con ustedes las primeras impresiones.
El primer vínculo se da claramente por lo sensorial: con sus 2,83 metros de largo, se trata probablemente del vehículo para cuatro pasajeros más pequeño de nuestro mercado, aunque en rigor deberíamos llamarlo un 2+2, dado que ofrece un cómodo espacio en butacas delanteras para dos adultos (aunque el volante no se regula ni en altura ni en profundidad), y un pequeño asiento trasero donde pueden viajar cómodos -en el ámbito urbano, claro- dos niños. Sin embargo no dispone de anclajes Isofix, por lo que toda silla deberá ser sujetada con los cinturones de seguridad. En caso de no requerir el uso de estas plazas, el asiento se pliega fácilmente para dar lugar a un espacio de carga más que respetable para una visita al supermercado.

Al ser un producto de concepción china (basado en el Today Sunshine M1), uno espera algunas renuncias en términos de calidad y de equipamiento que no siempre se cumplen. Por un lado, sorprende gratamente que la totalidad del vehículo sea de chapa, y que la calidad de la pintura sea muy buena (la empresa no informó si es un proceso nacional), con un esquema bitono que le queda muy bien. Por otro lado, se notan limitaciones en la calidad de los plásticos, tapizados y fundamentalmente en el ajuste de determinadas partes que nos dejan en claro que la unidad probada es una demo o preserie (y que van a tener que afinar la puntería en los vehículos que se entreguen al público).
Es extraño que el espacio en el vano motor no haya sido aprovechado para algo más de carga, un sencillo plástico termoformado podría cubrir los muy poquitos accesorios y sumar lugar para unas cuantas bolsas más.
Una sensación que tuvimos todos los que lo manejamos es que es un auto pequeño, pero un auto hecho y derecho (no una reinterpretación de un carrito de golf). Su equipamiento es completo, tanto desde el tablero de instrumentos, la enorme pantalla multimedia de 10 pulgadas (que domina el interior con una disposición alla Mini), comandos en el volante, alzacristales, y los elementos de seguridad requeridos por su categoría (que se limitan a cinturones de seguridad inerciales en todas las plazas, sin ABS, airbags ni ESP).

Motor1 Argentina no recomienda la compra de vehículos sin ABS, airbags ni ESP, aunque es difícil que los veamos en alguna de las propuestas de esta categoría L6/L7 (leer normativa). La unidad probada no contaba con aire acondicionado, aunque es posible encargar una versión que lo incluya por 1.250 dólares (oficiales) adicionales.
Respecto de la mecánica, el Tito recurre a un motor de 4.5 Kw, que transmite su potencia a las ruedas mediante un “eje rickshaw”: Se encuentra en paralelo al eje rígido trasero (que cuenta con amortiguación y una barra estabilizadora) y se conecta directamente al diferencial. Todas las ruedas cuentan con frenos a disco, impulsados por una bomba eléctrica de vacío situada en el compartimento delantero, debajo del capot y están equipadas con llantas de 12” y neumáticos 155/70/12, una medida bastante inusual por estos tiempos, pero que podría volver si el formato suma volumen.

El comportamiento sorprende. Y para bien. En las salidas, la poca potencia del motor se disimula con el muy bajo peso del conjunto y ofrece arranques muy ágiles con una aceleración muy sólida hasta los 35 km/h, velocidad típica del ámbito urbano, a partir de entonces acelera más lentamente hasta los teóricos 65 km/h del limitador de su normativa (no alcanzados durante la prueba). Al igual que en las terminaciones, la prueba requería algunos ajustes adicionales de preentrega que estaban pendientes, en particular el centrado del volante respecto de la dirección, y alguna regulación adicional de frenos, ya que requería presionarlos muy a fondo para lograr el efecto. No pude apreciar ninguna configuración de regeneración ni sistemas “one pedal” como el que en su momento nos deleitó en el Nissan Leaf (leer crítica), aunque sabiendo que son características más electrónicas que mecánicas no sería extraño que futuras entregas lo ofrezcan (o que se pueda actualizar la programación de los controladores a tal efecto).
El andar es suave, con apenas un zumbido de la motorización pero sin la presencia de grillos o ruidos de encastre que la misma ausencia de sonido de motor pudiera amplificar. La marcha atrás, como en todos los eléctricos, también sorprende favorablemente, sumada a la presencia de cámara y sensores que hacen que las maniobras sean operaciones muy cómodas y seguras. En general, estacionar va a ser uno de los menores problemas de este auto en su espacio natural, incluso aprovechando esos lugares que la gente suele dejar vacantes porque no alcanzan para el típico vehículo de cuatro metros que circula por nuestras calles.
Y es que el Tito (y el resto de los L6/L7) vienen a eso: a ser una respuesta para ciudades donde las medidas y las convenciones tradicionales de movilidad no dan para más. Donde muchos de los traslados de una familia quedan muy por debajo de los 100 kilómetros de autonomía que ofrece su batería de litio-hierro de 8kwh (con una vida útil estimada de 200 mil km), y donde resulta innecesario sacar un bote de 1.700 kilos y casi cinco metros de largo para acercar a los niños a la escuela, o hacer un par de compras. Más seguro que cualquier moto, a cubierto de las ocurrencias del clima, completamente solvente para ser parte del tránsito en calles y avenidas -no así en rutas- y probablemente una gran alternativa para quienes lo elijan como segundo auto, primer auto de un adolescente, o incluso alternativa urbana pensando que un auto convencional (o híbrido) podría ser alquilado para los viajes del año por mucho menos de lo que cuesta inmovilizar un capital de 5 o 6 millones de pesos, patentes, seguros, cocheras y demás gastos.
Galería: Contacto con Tito en Bahía Blanca
¿Me lo compraría? Lo estoy pensando. Y mucho. Lamentablemente, por un tema de disponibilidad de unidades, Coradir no ofrece financiación en este momento. Pero los 16.250 dólares oficiales que cuesta la versión con aire (a mi entender, la que vale la pena) realmente hoy lo ponen en una posición competitiva, e incluso a mano de quien tenga algunos ahorros y pueda sacar un crédito prendario.
Ahí aparece la única duda de este primer contacto: el Tito que probamos aún no estaba patentado y Coradir promete cumplir con este trámite dentro de 120 días. Cuando comiencen las entregas, tanto en ciudades como en pueblos como el que me trató tan generosamente, demanda no le va a faltar. Y la empresa tendrá que estar a la altura de las circunstancias. Llegan tiempos distintos y seguramente serán unos pocos valientes los que se sumen primero, pero no creo que tenga inconvenientes para alcanzar sus objetivos de venta.
¿Algo más? Si, lo mencionamos durante la prueba y yo ya lo venía pensando, Tito tiene pasta de ganador, pero su hermana tiene más potencial aún: el pequeño utilitario “Tita”, una camionetita liviana, con 500 kilos de carga, promete ser una excelente opción para repartos urbanos (ver fotos). Incluso puede servir en el ámbito rural, donde muchas tareas requieren vehículos que no abandonen nunca el ámbito del establecimiento donde se usan. Con precios competitivos y con un equipamiento y terminaciones similares, puede ser la gran sorpresa del segmento comercial.
L.V.
Agradecimientos: Claudio Zudaire y Juan José Hermúa.